La mayoría de padres de adolescentes pensamos que no podemos hacer nada más que cerrar los ojos y resoplar, esperando que pase esta tormenta llamada adolescencia lo antes posible. Normalmente esta etapa se asimila a la idea de rebelión. De hecho, si miramos hacia atrás, nosotros también teníamos la necesidad de auto afirmarnos, aunque los modelos educativos de épocas pasadas hacían que esta conducta se manifestara menos en la relación parental y más en la social. Actualmente, cuando tenemos adolescentes en casa con un humor difícil de manejar, intentamos muchas acciones para sobrevivir a tanta hormona en ebullición, y lo conseguimos en muchas ocasiones. Sin embargo, nosotros que somos padres dedicados y con muchas y buenas intenciones, a veces estamos manteniendo y probablemente empeorando estas actitudes complejas para la convivencia. Conductas que, si en un inicio no tienen porque ser más que una transición de un momento vital, se convierten, en un final próximo, en un problema serio de relación con nuestros hijos.
Pero que es lo que hacemos que lo provoca?
Cómo empeorar
Aquí tiene 10 consejos para empeorar la comunicación y la relación con su hijo adolescente:
1. Controla continuamente a tu hijo: es importante que al llegar a casa le preguntes muy insistentemente qué ha hecho, dónde ha estado y con quién, y que vayas detrás de él toda la tarde indicándole todo lo que tiene que hacer (llevar la mochila a la habitación, los zapatos a su lugar, que se ponga a estudiar, que arregle el baño cuando se duche …) sobre todo de forma anticipada, boicoteando cualquier intento de iniciativa personal.
2. Castígalo con todo: es de gran efectividad, si cuando nuestro hijo adolescente no lleva bien el curso, o suspende alguna asignatura, lo castigamos con todo lo que tiene. Así favoreceremos enormemente la rabia y conseguiremos que se rebele aún más, sobretodo por el hecho de que a partir de ese momento pensará que, pase lo que pase, no tendrá nada que perder, pues ya no habrá nada que quitarle.
3. Juzgarle por cada cosa que hace: Cada vez que tu hijo de su opinión de un hecho o acción, es importante inmediatamente que pongas en duda lo que ha hecho o dicho, y lógicamente hazle saber lo mucho que se equivoca. Cualquier opinión personal debe ser revocada y anulada, y por supuesto, después de que escuche nuestro sermón le debemos decir que nuestra forma de pensar es la única y debe aceptarla sin replicar.
4. Evita que tenga espacio personal: los adolescentes intentan desvincularse de las figuras parentales de una forma clara, con el fin de auto afirmarse en su necesidad inicial de autonomía, y para aprender a centrarse en sus emociones e intereses, ahora ya claramente lejos de los padres. No permita que eso ocurra, y continúe tratándolo como a un niño pequeño. Evite que cierre la puerta de su habitación para tener intimidad, oblíguelo a que lo acompañe a todas partes, y no le deje salir con los amigos sin estar localizado cada hora. Aproveche cuando no lo vea, para instalarle un GPS en su móvil con la finalidad de conocer dónde está y poder vigilarlo constantemente.
5. Dirígele hacia tus intereses: Si hasta ahora tu hijo había hecho más o menos todo lo que vosotros habíais querido (actividades extra-escolares, estudios, relación con amigos), intenta alargarlo lo más posible. Cualquier amigo que no te guste, critícalo a la mínima oportunidad, no le dejes abandonar el deporte al que lo apuntaste cuando era pequeño, aunque a él ya no le guste, e impídele que acceda a sus estudios favoritos porque tienes claro que no tienen futuro.
6. Haz una comparación continua y sobre todo negativa con hermanos o hijos de amigos: busque un hijo de amigo o un hermano ideal y compáralo continuamente con él para que 1. odie a aquel hermano o amigo o 2. Termine desmarcándose aún más de ese ideal. No hay cosa más provocadora que te exijan que seas lo que no eres.
7. Permite que sus actos no tengan consecuencias: teniendo en cuenta que rebelarse y entrar en confrontación con nuestros hijos es un trabajo arduo y muy cansada, lo mejor es evitar conflictos mayores y, por tanto, después del sermón correspondiente, es mejor que dejemos las cosas como están, no sea que entonces se enfaden más y nos ganen la batalla. Es una gran enseñanza para un adolescente el pensar que, haga lo que haga, al final, nunca pasa nada.
8. Eliminación de momentos agradables: Centra la relación con tus hijos adolescentes en órdenes, obligaciones continuadas y llamadas de atención a su comportamiento imperfecto, evitando pasar buenos ratos, como mirar una película juntos, ir a dar una vuelta o compartir intereses. No tengas detalles con él de forma espontánea y sin nada a cambio, no le lleves un zumo mientras está estudiando, no te ofrezcas a ayudarle en aquel trabajo que se le ha atravesado y no pases cerca de él y lo acaricies. Si actuamos siguiendo estos consejos, sólo conseguiremos que se acerque.
9. Dale mucha atención y refuerza su comportamiento alterado: analizar si, con la conducta rebelde tus hijos comienzan a ser el centro de atención y los demás miembros, que tienen una conducta mucho más estructurada y adecuada, pasan desapercibidos y a un segundo plano. Si premias aquellos comportamientos que son su obligación (que apruebe un examen, que arregle su espacio, que ayude a las tareas de casa, etc.) solamente conseguirás que las conductas inadecuadas perduren en el tiempo.
10. Haz más de lo mismo: repite las indicaciones comentadas en orden aleatorio pero de manera continuada, sobretodo si el comportamiento de tu hijo adolescente va a peor. Esto significa que todas las soluciones intentadas no funcionales están dando su fruto. Sin embargo, para los que se han convencido con este texto….y han decidido tomar nota sobre cómo se hace para que empeoren las cosas, y no quieres seguir por ese camino, deciros que debemos ser conocedores como padres de que nuestros hijos adolescentes y jóvenes son los responsables de las consecuencias de sus actos. Sólo ellos deben ser capaces de elegir y tenemos que educarlos para que tengan la responsabilidad de sus decisiones. La estrategia de los castigos, que es tan empleada como poco efectiva en esta etapa, debe ser sustituida por la de las consecuencias de sus acciones, esto es iniciarlos en el control de su vida, a pesar del riesgo de equivocarse. Nosotros como padres debemos estar dispuestos a correr ese riesgo, porque sólo así podemos darles la posibilidad de que se conviertan en adultos responsables que sean capaces de elegir y de corregir sus decisiones cuando no sean acertadas. De esta manera el vínculo con nuestros hijos se mantiene intacto, no dudan de nuestro amor, y la comunicación y estima sigue inalterable durante toda la etapa.
Suerte y ánimo en la difícil tarea de educar a sus hijos adolescentes.

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