El diálogo estratégico

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EL DIÁLOGO ESTRATÉGICO

Un discurso claro y perfecto está determinado por cuatro cosas: lo que se necesita decir, cuánto se necesita decir, las personas a las que hay que dirigirse y el tiempo en que se necesita decirlo. Lo que se necesita decir ha de parecer útil para el que escucha; cuánto se necesita decir debe ser, ni más ni menos, lo que es suficiente para hacerse entender; respecto a las personas a quienes se dirige, hay que tenerlo muy en cuenta; respecto al tiempo, hay que hablarle en el momento oportuno, ni antes, ni después. De otro modo no se hablará bien y nos dirigiremos hacia el fracaso. (Roncoroni, 1993).

Es el diálogo estratégico un instrumento de intervención y discriminación que se caracteriza por su orientación hacia el cambio y que obligatoriamente implica tres niveles de comunicación: el lenguaje utilizado, la relación establecida y la lógica de la intervención.

El trabajo del terapeuta estratégico se enfoca no sobre el “por qué existe” el problema, sino sobre “cómo funciona” y especialmente sobre “qué hacer” para resolverlo, guiando a la persona no sólo a cambiar sus propios comportamientos sino también su percepción. Todo pasa prioritariamente a través del diálogo entre terapeuta y paciente;  el primero guía al segundo a descubrir el modo de resolver sus problemas.

La estructura del diálogo estratégico

Las preguntas con ilusión de alternativa

Las preguntas se proponen como alternativas de respuesta, pares de reacciones opuestas al problema, como, por ejemplo: “¿usted deja que su hijo adolescente afronte sus dificultades solo o con su ayuda?”. Las alternativas de respuestas se refieren a las posibles percepciones y manera de combatir el problema de la persona, ofreciendo así una imagen operativa de cómo cada uno construye aquello que después padece. Con palabras de Marcel Proust: “El verdadero viaje de descubrimiento no es ver mundos nuevos sino cambiar los ojos”.

Las paráfrasis reestructurantes

Así se designa la maniobra que sigue a una secuencia de dos o tres preguntas: se utilizan las respuestas para formular una definición del problema que verifique la correcta comprensión, por ejemplo: “Corríjame si me equivoco: ateniéndonos a todo lo que usted ha afirmado, parece que cada vez que su hijo adolescente tiene que afrontar una dificultad, usted siempre le ayuda le ayuda ¿es así o no es así?”

Aquí el especialista se quita su capa de experto y pregunta a su interlocutor en busca de ayuda para verificar sus formulaciones respecto al problema presentado, de esta forma le da la vuelta a la usual relación entre el experto y el que pide ayuda, lo cual facilita la interacción, creando un clima de relación colaborador entre ambos.

Evocar sensaciones

Dialogar estratégicamente significa inducir cambios en el interlocutor mediante aquello que se le hace sentir; por lo tanto, el recurso al lenguaje evocativo se convierte en esencial. Se puede redefinir eficazmente una situación de sobreprotección, por ejemplo, con una imagen “usted es como una tabla en medio del mar donde su hijo se sujeta sin haberle enseñado a nadar”. Esta formulación es capaz de evocar sensaciones fuertes, que si se usan estratégicamente se convierten en correctivas.

Resumir para redefinir

Los estudios psicosociales sobre la influencia personal demuestran claramente que una serie de acuerdos mínimos en secuencia conducen a un gran acuerdo final. Se trataría, por tanto, de conseguir que ese padre fuera desprotegiendo de a poquito a su hijo adolescente para que se fortaleciera y ganara en seguridad, siendo capaz de enfrentarse de forma independiente y con éxito a las dificultades.

John Weakland, uno de los precursores de la terapia estratégica nos indicaba que “cada cosa lleva a otra que a su vez conduce a otra… Si te concentras en hacer la más pequeña, luego la siguiente y así sucesivamente, encontrarás que logras hacer las grandes cosas, habiendo hecho sólo las pequeñas.”  

Prescribir como descubrimiento conjunto

La fase de estas indicaciones prescriptivas representa un punto fundamental, en cuanto que representa el momento en el cual hay que transformar en tareas a realizar todo lo que se ha descubierto, acordado y redefinido en el diálogo. Esta es la fase del diálogo estratégico, donde se indican las prescripciones para que se realicen entre una sesión y otra. Es, en sí mismo, el principio del cambio, un cambio eficaz y eficiente hacia la solución.

Helena Alvarado es psicóloga sanitaria, especialista en terapia breve estratégica en el Instituto Balear de Pediatría.

Publicado en Criatures @arabalears

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