El dibujo es una herramienta terapéutica simbólica que permite al niño sumergirse en el mundo emocional y de la expresión creativa. A través de esta técnica, cada niño es capaz de plasmar sus inquietudes y necesidades, anhelos y carencias de una forma disociada, alejada de la experiencia en primera persona pudiendo ponerse desde una distancia objetiva analizar la situación suscitada por el terapeuta. La utilización de diferentes elementos, también le da un simbolismo especial a la tarea. Los niños representan mejor sus sentimientos con pintura que con otros materiales artísticos. La pintura tiene un especial valor terapéutico. Permitiendo el flujo de la pintura, se permite el flujo de las emociones.
Conociendo sus emociones
Winnicott, pediatra, psiquiatra y psicoanalista inglés (1896-1971) en su libro Therapeutic Consultation in Child Psyquiatry describe un método para conectarse con el niño que consiste en sentarse en una mesa delante del niño, con dos lápices y una hoja. El terapeuta cierra los ojos y hace un trazo cualquiera al papel y le pide al niño que lo convierta en algo, y el niño hará otro para que el terapeuta haga lo mismo. A medida que continúa el procedimiento, se habla de los cuadros y de su contenido, emergiendo de forma espontánea mucha comunicación.
Dibujar que haces cuando te sientes enfadado, como te gustaría ser, que te pone furioso, un lugar que te dé miedo, o un lugar que te haga feliz, o tu lugar seguro, son consignas claras de exposición emocional a situaciones y vivencias que muchas veces no son emergentes a través de la palabra. El abrir un camino simbólico a la expresión de sentimientos permite liberar tensiones, eliminar resistencias y facilitar la comunicación que, muchas veces, no se puede conseguir con el lenguaje, dado que es un vehículo mucho más complejo de manejar cuando se trata de niños y emociones.
Las polaridades
El dibujo de las polaridades de sentimientos es efectivo para los niños que tienen dificultades para hacer fluir el estado anímico. Es importante que aquellas emociones que consideramos negativas (rabia, miedo, tristeza) puedan ser plasmadas de forma clara y aceptadas como parte de nosotros. Muchas veces los niños muestran resistencias para expresar a través del dibujo estados emocionales negativos, sintiéndose culpables de tener estos sentimientos. Es trabajo del terapeuta aceptar que estas polaridades menos deseables forman parte de ellos. Desde el momento que acepto esta parte puedo renunciar a manifestarla, favoreciendo la regulación de las emociones, tan afectada en la infancia actual.
El dibujo de la familia
Una actividad muy eficaz es pedir a los niños que hagan una familia de animales: “ahora, tienes que dibujar una familia de animales, los que tú quieras”. Tendremos en cuenta quienes son cada uno (padre, madre, hijo …), cuál es el orden de cada uno de ellos, cuántos años tienen, qué colores se han escogido, los detalles reflejados, etc. Pediremos quién es más feliz y quién menos, quién es más bueno y menos bueno, y con quien se identifica más y porqué. Las preguntas favorecen la comunicación de vivencias y sentimientos evitando las resistencias, así como aclarar características de cada figura y los roles que representan. La proyección de la familia de animales es mucho más fructífera que la demanda del dibujo de su familia particular. De hecho, se indica que la familia de animales contempla las dinámicas y estructuras ideales, las deseadas por el niño, y no tanto la realidad que es plasmada a través del dibujo de su propia familia. Pedir al niño que represente su familia es un procedimiento común de diagnóstico, y podemos aprender mucho del sistema a través de su producción.
Externalizar los miedos
Es común en niños la manifestación de miedos irracionales o malestar significativo ante situaciones sociales específicas, como dificultades de interacción a una persona en particular (por ejemplo, un igual). Poner encima de un papel su representación y empezar a incluir detalles que provocan sentimientos encontrados al miedo (risas, provocaciones …) favorece el enfrentamiento a la vivencia, cuando, frecuentemente el niño tiende a evitar la situación temida. La evitación es el primer mantenedor de los miedos, y, por tanto, cualquier actividad que provoque una mirada directa hacia ellas es el primer camino para su superación.
Creatividad, expresión artística y emociones están absolutamente relacionadas y es, por tanto, un vehículo altamente efectivo en cualquier proceso terapéutico con niños, favoreciendo la comunicación y expresión de vivencias que sin este apoyo pueden no ser explicadas. Estimular a que el niño comparta los sentimientos suscitados a través de su trabajo, y que pueda explicar la totalidad y fragmentos de su obra se compartir el “yo” y conectarlo con sus asuntos, aspecto esencial para su mejora emocional.