Muchas veces los terapeutas que nos dedicamos a la infancia y la familia, necesitamos de herramientas no verbales que permitan emerger los contenidos más internos de los niños, espacios en los que puedan expresar las emociones a través de la narración y de historias creadas. Una de estas técnicas es la caja de arena.
La caja de arena es una técnica de juego, con antecedentes psicoanalíticos, que permite resolver conflictos y ampliar vías de comunicación entre el terapeuta y el niño, adolescente e incluso el adulto. Winnicott, pediatra, psiquiatra y psicoanalista inglés, ya decía que “el juego se terapéutico en sí mismo” y por tanto, es una herramienta que permite el descubrimiento del mundo interno de aquel que participa.
La técnica de la caja de arena no es sólo un método de terapia, sino un medio activo a través del cual los contenidos de la imaginación se hacen reales y visibles. Facilita los estadios internos de la persona y permite dar visibilidad a vivencias que no se pueden expresar con palabras.
Las miniaturas, la arena y el recipiente permitirán integrar la experiencia vital que se quiera reflejar. La arena, que permitirá recrear escenas realistas, tiene un marcado simbolismo de nuestras primeras experiencias infantiles y es un elemento que puede ser modificado en relación con la intención del que interactúa. Los niños lo pasamos muy bien manipulándola, dándole forma y creando escenarios adecuados a su proyección. La arena puede ser fina (como la de la playa) o moldeable. La arena fina es una arena más natural y recrea escenas mucho más realistas, que favorecen la simbolización. La caja es el espacio que limita y contiene la experiencia, y que facilita la creatividad dado que le pedimos a la persona que cree una escena. Al ser un lugar cerrado, favorece los límites del desarrollo de la historia, aportando seguridad. Finalmente, las miniaturas sirven para dar respuesta al propio mundo interno, y son metáforas de su vivencia personal. Las miniaturas representan diferentes categorías como personas reales, de fantasía, superhéroes, animales, elementos místicos, domésticos, vegetación y medios de transporte. Hacer consciente, a través de las figuras, el contenido simbólico que representa es una de las partes más importantes de la técnica.
La conducción de la sesión por parte del terapeuta se centra en el acompañamiento. El niño ante el repertorio de figuras y la caja es animado a crear una historia de forma libre. El adulto muestra una actitud de aceptación y observa el desarrollo de la tarea del niño. Una vez finalizada, le pedimos si desea contarnos la escena, obteniendo información de aspectos formales y de contenido. Es importante fijarnos en el número de elementos utilizados, el uso del espacio (arriba, abajo, izquierda, centro, derecha), la acción que se desarrolla, la voz, el tiempo y la inferencia del estado emocional. Hay niños que realizan cajas móviles o estáticas, silenciosas o sonoras … todo ello nos dará pie a conocer aspectos importantes de su psique. Por otra parte, en función del contenido de la historia podremos observar síntomas psicológicos que determinan el estado del niño en ese momento. Por ejemplo, escenas de vacío, soledad o muerte nos podrían dar a conocer sentimientos de tipo depresivo. Podemos encontrar también elementos de resiliencia, es decir, indicadores de la capacidad del niño para superar la situación, como la introducción de superhéroes, o profesionales que curan (médicos, por ejemplo) o vallas que indican protección. Los elementos de resiliencia van apareciendo progresivamente en correlación a la superación de los síntomas.
La mejora anímica y / o comportamental se observa a través de la evolución de las cajas que se van realizando a medida que el trabajo terapéutico va avanzando. La utilización de la técnica de la caja de arena es un recurso idóneo para la ayuda psicológica, favoreciendo el entendimiento y resolución del conflicto donde esta inmerso el niño.