Si me das el poder, no tendré que ejercerlo
A menudo, los terapeutas nos encontramos con demandas que se repiten frecuentemente, a pesar de no ser el motivo de consulta inicial. Una de ellas son los celos entre hermanos. Son situaciones poco controladas por los padres. Ser conocedores de algunos aspectos permitirá evitar alto grado de malestar familiar.
Roles entre padres e hijos, y roles entre hijos
Las relaciones entre los individuos pueden ser simétricas o complementarias. Las relaciones simétricas se dan entre personas en igualdad: dos amigos, dos compañeros de trabajo, una pareja, dos hermanos en etapa adulta, dos alumnos de la misma clase. Las relaciones complementarias se dan entre personas entre las que existe un rango diferenciado, y donde el que se sitúa en el rango superior aporta un beneficio al inferior: padres e hijos, jefe y empleado, profesor y alumno. Queda claro, por tanto, que si se da complementariedad en relaciones simétricas o simetría en relaciones complementarias, fácilmente se pueden generar problemas.
Así como los psicológicos dedicamos un tiempo precioso a hacer comprender a los padres, no sólo desde la cognición sino desde la emoción, la importancia de un establecimiento diferenciado de roles entre padres e hijos para establecer modelos educativos sanos, no hemos hecho suficiente hincapié en la necesidad del establecimiento de roles entre los hermanos. La idea de que no debemos hacer diferencia entre nuestros hijos es errónea, ya que implica educar sin atender a su edad, madurez cognitiva, necesidades, obligaciones y derechos, lo que desencadena que el primogénito rivalice continuamente para conseguir tener el poder.
El nacimiento del hermano menor
Cuando nace un nuevo hijo, aquel pequeño al que dedicábamos toda nuestra atención, se convierte, de repente, en un hermano mayor, al que educaremos en el respeto hacia el nuevo miembro de la familia con frases tales como “con cuidado” “ahora tienes que estar en silencio que duerme” “déjaselo, que es pequeñito”…. Atendemos en demasía a un sinfín de obligaciones y muy poco a sus derechos como hermano mayor. Si no establecemos privilegios en la jerarquía, tendremos muchas probabilidades que él luche por ellos, emergiendo conductas de tiranización y rivalidad con el fin de subyugar al hermano al lugar inferior al que pertenece, por ser el menor. Sin embargo, si atendemos a reportarle beneficios en la relación, tendremos un mayor nivel de probabilidades de que tienda a la protección, y no tendrá que luchar por el poder, dado que ya lo tiene.
Privilegios en la jerarquía
Es interesante establecer la jerarquía entre hermanos, sea el número que sea. El hecho de que el menor no pueda tener privilegios en relación a otro, dado que no existe nadie más detrás no es un problema, ya que tiene múltiples privilegios espontáneos sólo por ser el pequeño. Los privilegios deben pautarse como rutinas diarias, con el fin de favorecer la sensación de poder, y que no sean situaciones puntuales. Ejemplo de ello es que el mayor vayan a dormir media hora más tarde que el pequeño, que tenga las llaves de casa, que pueda ir a comprar sólo, que se siente delante en el coche al lado del conductor… Establecer edades de privilegios también es importante, tales como ir a dormir fuera, tener el móvil o poder volver más tarde si salen a una fiesta. Los niños están muy atentos a estas señales y agradecen el no tener que luchar por ser los primeros, dado que los padres lo declaran abiertamente.
Obligaciones en la jerarquía
Las obligaciones de los hijos mayores serán también claras dado que la exigencia es mayor a nivel ambiental, tanto en obligaciones de ayuda en casa como familiares o escolares. Podemos establecer obligaciones en casa de más envergadura a los mayores que a los pequeños (como guardar la compra o tender la ropa, versus poner la mesa o quitarla, por ejemplo) o familiares (relacionadas con el cuidado o ayuda a los hermanos menores). Si sólo trabajamos con obligaciones y no atendemos a los derechos, es muy probable que tengamos un hijo que se revele a tal injusticia.
El caso de los más pequeños
Si tenemos niños todavía muy pequeños y queremos favorecer la llegada de un hermano menor, es recomendable ver con él videos y fotos suyas cuándo él era un bebé, haciendo lo mismo que hacemos ahora nosotros como padres con su hermanito, así como hacerle partícipe abiertamente en el cuidado del bebé, y crear espacios donde pueda estar sólo con nosotros retomando la situación de juego y atención previa al nacimiento del peque.
Helena Alvarado
Es psicóloga sanitaria, pedagoga terapeuta y logopeda habilitada. Master en psicología y psiquiatría infanto-juvenil, terapia estratégica, PNL y postgrado en sistémica, comunicación y problem solving.

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